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jueves, 10 de mayo de 2012

JOSÉ MARÍA JARABO. El asesino de la Ciudad Lineal.



Hace ya unos meses, nuestra querida amiga Rosa María González del Valle me comentó que porque no escribía acerca del asesino de la Ciudad Lineal. Ella lo definió así, e incluso Ernesto Fernández desde Alemania que vivió gran parte de su juventud en la barriada también nos comentó algo acerca del tema, aunque creo que no se referían al mismo personaje.  Ella no me dio más pistas que el hecho ocurrió a finales de los años 50 y que el asesino se le conocía en la barriada como Jarabo, con esto me bastó. Yo ya había oído hablar del tal Jarabo, e incluso recordaba haber visto alguna película al respecto, revolví y encontré pero la única pega es que el tal Jarabo no cometió el crimen en la Ciudad Lineal,  tan solo era vecino de esta. Pero aunque no nos atañe directamente  conozcamos en profundidad todos los datos que nos ha dejado la historia.
José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo y Pérez Moris nació el abril de 1923 en la calle de Sagasta y allí pasó parte de su infancia hasta que su padre de profesión abogado José María Jarabo Guinea y su madre María Teresa Pérez Moris, se trasladaron a principios del año 1928 a la Ciudad Lineal. Estos adquirieron a doña Josefa García una finca en la manzana 86 de tres lotes, entre las calles del Marques de Urquijo y la del de Torrelaguna, junto al colegio de María Teresa, concretamente en el número 305 de la Calle de Arturo Soria. (Correspondiente a la antigua numeración).Al parecer la finca que se cocía con el nombre de “La Rosaleda” había sido segregada de la “Tierra Grande de Canillas”. En ella ya había construido la C.M.U un precioso hotel tipo, de dos plantas, que se encontraba en el centro de la finca y que dejaba grandes espacios a su alrededor donde disfrutarían los niños.
 

Vista aérea de la zona en donde se ubicaba  La Rosaleda del sr. Jarabo.


 
Vivienda con idéntica fisonomía a la de la familia Jarabo.

Era una familia numerosa y sus hijos convivían felizmente con el resto de la chavalería, “Mi hermana iba con la suya al colegio de María Teresa” nos comentó doña Rosa María.  El hijo José María, desde muy joven  sorprendió  a la familia por su inteligencia superior a la normal para un niño de su edad, aunque poco después se le diagnosticaran una esquizofrenia del tipo paranoide. Cuando este tan solo tenía trece años comenzó la Guerra Civil, y la zona de Arturo Soria se convirtió en un gueto para las familias pudientes, los refugiados, y los clandestinos grupos políticos. La Rosaleda del señor Jarabo fue incautada por una célula anarquista que estableció allí una “checa”, los niños que vivían recluidos en aquel hotelito de los horrores, veían a través de sus ventanas cometer los más sangrientos y horribles crímenes en el propio jardín de sus casa. Algo que jamás deberían haber visto los ojos de nadie los vio aquel pequeño niño. La familia se salvó de acabar asesinada por sus ideas derechistas, gracias al hijo de la criada que tenía buena amistad con un miliciano de la CNT, Ramón Rojas Santa Ana.


  El niño José María Jarabo en su juventud.

Al finalizar la guerra se trasladaron a Puerto Rico, donde intentaron rehacer su vida, pero el joven José María no consiguió seguir un camino recto y enseguida se vio envuelto en problemas con la prostitución, el juego y el alcohol. Quien lo conoció contaba que era muy mujeriego, y por su porte, gallardía y la cartera bien repleta se hacía querer.  Después de pasar algunos años en la cárcel en América, volvió a España para intentar encauzar su vida, pero no fue así,  se fundió todo el dinero que su madre le había dado, unos 15.000.000 de pesetas de la época, e incluso llegó hipotecar la vivienda de Arturo Soria para pagarse sus caros vicios. En el año 1958 su familia le amenaza con regresar a España para ver que ocurría realmente con sus bienes materiales, la mayoría en casas de empeño, lo que le suscita tener que recuperar gran parte de ellos con rapidez. 



José María Jarabo acompañado de dos señoritas en una de sus últimas salidas.

Realmente el problema vino no por parte de un objeto empeñado perteneciente a su familia, si no de una mujer inglesa, Beryl  Martin  Jones con la que mantenía relaciones y que estaba casada. Esta vino a España a pasar unas vacaciones y reflexionar sobre su matrimonio que no se encontraba en el mejor momento, cuando conoció a Jarabo. Esta volvió a Gran Bretaña y desde allí presionó a José María para que recuperara la joya que había empeñado por 4.000 pesetas y que el marido de esta reclamaba. Cuando Jarabo acudió a la tienda Jusfer de la calle Alcalde Sainz de Baranda donde había empeñado la joya, los propietarios de esta le pidieron una cifra desorbitada por recuperarla.


La tienda de empeño Jusfer en la madrileña calle de Sainz de Baranda.

Jarabo, no cedió y dijo que volvería, quedó con ellos días más tarde pero acudió a la cita, en su lugar se personó en la vivienda de uno de los propietarios en la calle Lope de Rueda 57 donde estaba tan solo la chica de servicio. Le esperó un rato en el salón, y al ver que no llegaba José María comenzó su macabro plan. Se dirigió a la cocina donde la sirvienta Paulina Ramos de 26 años pelaba unas judías,  golpeándola con  una plancha en la cabeza, aturdida la remató partiéndole el corazón con el propio cuchillo que esta usaba para la faena. Muerta la llevó hasta su cuarto y la tiró en la cama despojándola de sus vestiduras. Espero a que llegara Emilio Fernández, ambos discutieron y este  terminó ordenándole que se marchase de su casa. Cuando pensó que había salido volvió a entrar haciéndose pasar por su mujer, y fue hasta el cuarto de baño donde estaba Emilio disparándole un tiro a bocajarro en la cabeza sin mediar palabras.
Esperó  tranquilo a que llegase  la mujer de Emilio,  Amparo Alonso que asustada al no ver a la chica ni a su marido preguntó  que había ocurrido, este la calmó diciendo que había un problema en la tienda y que había tenido que salir un momento, pero ella no terminó de creérselo. Finalmente y tras un rato de conversación esta se dirigió a su dormitorio y vio a su marido tendido en el suelo del baño, ella, temiéndose lo peor caminó aterrorizada hasta su dormitorio donde se tendió a los pies de en la cama presa de la situación, es entonces cuando Jarabo la propinó un tiro en la nuca cayendo esta al suelo redonda. Para colmo ella estaba embarazada. Nadie escuchó los tiros porque había fiestas y fuegos artificiales cerca de la vivienda, incluso el portero pasó a recoger la basura y no sospechó nada. Jarabo pasó la noche en la casa junto a los cadáveres y  a la mañana siguiente los recolocó para que pareciera un crimen pasional. Cuando el conserje abrió el portal, este salió a la calle maqueado y con ropa limpia perteneciente a su victima, aunque recogió su caro traje con la que realizó el crimen, y se dirigió al cine Carretas donde tranquilamente disfrutó de una sesión continua. Después y sin ninguna prisa regresó a su pensión a la espera del día siguiente, lunes, para rematar la faena. A primera hora de la mañana y en posesión de las llaves de la tienda Jusfer, entró en el local y esperó a que llegase el otro socio, Félix López, al que mató de dos tiros en la nuca sin palabra alguna. Rebuscó y no encontró la joya. Desde la propia tienda llamó a la mujer de este para decirla que algo raro acurría, a las pocas horas se descubrió el pastel.
José María Jarabo continuó con su vida normal hasta que fue sorprendido por la policía cuando al día siguiente  fue a recoger el traje a la tintorería con el que había realizado el triple asesinato. La policía realizó una exhaustiva búsqueda hasta que dio con el asesino.


            Las cuatro victimas de Jarabo.

Suscitó muchísima polémica su detención, arresto y condena. Pedía la comida al restaurante Lhardy y bebía los más finos coñacs aun estando arrestado. Tras cuatro días que duró el juicio y durante los cuales Jarabo estreno traje nuevo,  fue condenado a cuatro penas de muerte, este intentó respaldarse en su tío Presidente del Tribunal Supremo pero de nada le valió, Franco dio el visto bueno a la ejecución, fijada para el 4 de julio de 1959. La noche antes de la ejecución la pasó fumando y bebiendo whisky y se presentó ante el verdugo vestido de gala, aunque se vino abajo ante la visión del garrote. Fue el último ejecutado en cumplimiento de sentencias dictadas por la jurisdicción ordinaria.


En el cementerio se produjeron varios incidentes al correr el rumor de que no había sido ejecutado gracias a sus influencias. El comisario, al oír que quien iba en el féretro era un gitano que también estaba condenado a muerte, puso la pistola en la sien al conductor y le obligó a abrir el féretro para desmentir los rumores.
Así terminó la historia de uno de los vecinos de la Ciudad Lineal, al que quizás alguno recuerden no solo por su terrible hazaña, sino por haber jugado con él cuando solo era un niño.
La vivienda familiar pasó a manos de otro propietario  y finalmente fue derribada en a finales de los 80, en su lugar se levantó un edificio de viviendas que ocupa el actual nº 144 de Arturo Soria.


Aspecto actual de la parcela que ocupo "La Rosaleda" del sr. José María Jarabo Guinea.


Fuentes:
-Hemeroteca ABC
-Wikipedia
-www.criminaldescubierto.blogspot.com
-www.escalofrio.com
-www.escritoconsangre1.blogspot.com