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domingo, 15 de septiembre de 2013

YO VIVÍ EN LA CIUDAD LINEAL 2ª parte. (José Alberto Lorenzo)



Mi nombre es José Alberto Lorenzo y aunque en realidad mi estancia en aquella ciudad fuese muy corta y efímera jamás olvidaré las tardes de estío que en ella viví.
Corría el año 1942 cuando mis dos hermanos y mi hermana fuimos por primera vez aquella casa de la Ciudad Lineal en la que residía un tío segundo de mi madre, Francisco Ruiz Fernández, al que nosotros llamábamos Paco, con su hermana Josefa (Pepa) ciega desde los seis años y que había quedado al cargo de él tras la muerte de sus padres.   En este menester le ayudaba otra tía de mi madre Consuelo (Telo) a la que nosotros teníamos gran aprecio, por ser una mujer muy simpática y emprendedora, además de progre para la época.
El caso es que en aquel hotelillo en el que los  tíos de mi madre vivían no era de su propiedad sino que residían allí por un acuerdo al que habían llegado con su dueño el que resulto ser José María Jarabo Guinea.

Llegados a este punto y si el lector es fiel a este blog se habrá dado cuenta que esta finca a la que nos referimos era “La Rosaleda”, sita en el antiguo nº 305 de Arturo Soria y a la que dedicamos el capitulo “José María Jarabo, el asesino de la Ciudad Lineal.”
Efectivamente y como relatamos en aquella ocasión la finca situada en la manzana 86 entre las calles del Marques de Urquíjo (Lorenzo Solano Tendero)  y Marques de Torrelaguna (Estrecho de Mesina) fue adquirida por el ilustre abogado don José María Jarabo Guinea en el año 1928 a otro propietario, y fue allí donde la familia paso la guerra civil hasta que en 1940 se trasladaron a vivir a Puerto Rico.

Es en ese momento cuando los tíos de mi madre se trasladaron allí quedando a cargo de la finca debido a que el tío Paco se casó con una viuda que tenía dos hijos, José Manuel y María Teresa, y esta última era la esposa de José María Jarabo, el padre del asesino. Así pues realmente no eran familiares, sino simples amigos que pactaron de mutuo acuerdo que ellos permanecerían en la finca hasta su retorno de las Américas.


El tío Paco y Mª Cañal Texido abuela de José Mª  Jarabo.


Es entonces cuando yo comencé a pasar los veranos allí, desde que era un bebé hasta los ocho años cuando José María Jarabo (hijo) volvió de Puerto Rico y reclamó la propiedad de la finca. Corría el año 1950 y con un poder notarial de su padre José María obligó a las tías Telo y Pepa a abandonar la casa, trasladándose estas a Reinosa de donde eran originarias. En mi estancia en aquella casa no coincidí con Cuqui (era así como nosotros llamábamos a Jarabo hijo) nada más que en una ocasión, cuando se presentó en la finca con dos amigos. El que tendría por aquel entonces veintitantos años, y entraba y salida de la vivienda que en realidad era de su propiedad cuando le venía en gana a pesar de que en ella residían los tíos de mi madre y nosotros que pasábamos con ellos el verano. Subió al desván de la casa con sus colegas y yo les seguí sin que se dieran cuenta, aquella gigantesca habitación estaba llena de juguetes inconcebibles en aquella época, trenes eléctricos, juegos de mesa, e incluso un pequeño organillo. Cuqui se acercó a una de las paredes y sacó uno de los ladrillos de los muros, tras él escondía unos libros y una pistola; yo salí corriendo escalera abajo tratando de olvidar lo sucedido aunque sinceramente no creo que la pistola fuese real.

                              
El famoso Cuqui en octubre de 1940 y el recordatorio de su primera comunión.

Poco después de aquel suceso mi familia abandono la casa y no supimos más de él hasta que nos enteramos del múltiple asesinato a través de las noticias. Antes de su ejecución su madre volvió a España y paso unos días en casa de mis padres. Ella siempre negó que su hijo fuese un asesino, pero él mismo lo confesó. Tras su muerte su madre encargó unos recordatorios y volvió a Puerto Rico, nunca jamás tuvimos más noticias de ellos.

                      
   Recordatorio de defunción de Cuqui.

Aquí acaba la historia de Jarabo pero no la mía, ya que durante los ocho años que yo pasé en aquella casa disfruté de algo muy especial y que jamás podré olvidar.

 
  Maravillosa imagen de la casa en construccion incluida en la coleccion de postales publicadas por la CMU. 
Obsérvese el detalle del error tipográfico de la manzana cuando en realidad era la 86.
Imagen cedida por la Coleccion KLUMPCOL 


Recuerdo perfectamente la finca, con su gran puerta de hierro y el numero 305 esmaltado en color azul y blanco. A la derecha quedaba el garaje, y la izquierda la casa de servicio que en aquella época estaba deshabitada. Junto a la casa de servicio existía un corralito con alambrada en el que había varios edificios destinados a conejeras y gallineros. Un largo pasillo adoquinado conducía al visitante hasta una preciosa rotonda donde se había plantado una palmera, a ambos lados multitud de arboles, plantas y flores que formaban macizos remarcados por una preciosas piezas de cerámica de colores. Al fondo entre la vegetación se levantaba la casa, de dos plantas y con un precioso porche de entrada.


Impresionante imagen de la finca la Rosaleda antes de ser propiedad del Sr. Jarabo allá por los primeros años veinte.


       
Dos aspectos del jardin. Se parecia el detalle de la plazoleta que rodeaba a la gran palmera y un aspecto de la casa, observeseen la imagen  que el balcon del piso principal que era originalmente de madera fue sustituido por otro de hierro más resistente.

Una escalinata con barandilla de madera daba paso al gran porche que daba entrada a la casa, estaba solado con baldosín de colores y resguardado bajo un tejadillo.  La casa era verdaderamente grande, más aún cuando uno es tan pequeño. Traspasando la puerta de entrada se encontraba el hall desde donde partían todas las dependencias de la casa, y al fondo las escaleras. El gran salón comedor era la zona más misteriosa y privada de la casa, allí no pasábamos casi nunca, recuerdo una gran mesas de comedor y un gramófono de bocina en uno de sus laterales.


  

Han pasado casi setenta años pero aún recuerdo aquella escalera y a mi perrillo que terminó enterrado en el propio jardín de la casa.



La planta superior estaba dividida en cuatro dormitorios, un espacioso cuarto de baño y un gran armario ropero. Yo dormía junto a mis hermanos en la habitación que quedaba sobre la puerta de entrada y que en realidad servía de paso para el resto de las dependencias. En realidad yo era muy pequeño y no recuerdo perfectamente la distribución de la familia pero sí que mis tías dormían en el dormitorio más grande, el del balcón y en el no entré más de dos o tres veces. En la planta superior se encontraba la buhardilla que fue donde ocurrió la anécdota de Cuqui y que ya os he relatado.


Casi todo el tiempo que yo pasé en aquella casa trascurrió en aquel maravilloso jardín en el que corríamos y trasteábamos. La parte trasera de la finca colindaba con un inmueble que en tiempos había sido el colegio de María Teresa y donde la hermana de Cuqui y el mismo habían cursado sus estudios de primaria e incluso tomado la primera comunión. Tras en el inmueble se estableció Auxilio Social, donde se educaba y recogía a centenares de niños que habían quedado huérfanos tras la contienda. Batalla de Brunete fue el nombre que adopto este refugio y donde cada día centenares de niños salían al recreo a jugar con una cochambrosa pelota. Mis hermanos y yo les mirábamos  desde lo alto de la tapia, todos iban ataviados con uniformes y su cabeza estaba muy escasa de pelo. Cuando nos veían y a espaldas de los profesores y tutores nos arrojaban piedras seguramente por envida de aquellos juguetes que lucíamos, e incluso en alguna ocasión vimos cómo les “sacudían” por desobedecer sus órdenes. Un día el maltrecho balón voló sobre la tapia y cayó en el jardín, mis hermanos y yo nos quedamos parado y confusos, mi hermano sin pensarlo chutó la pelota y volvió a traspasar la barrera que nos separaba. Al momento una enorme algarabía nos dio las gracias por la devolución y además nunca más nos volvieron a arrojar piedras.

Patio de recreo y algunas de las clases de la parte posterior del Auxilio Social Batalla de Brunete. En el margen superior izquierdo se ve al tranvía circulando por la calle principal, y la parte inferior era la que colindaba con la finca la Rosaleda.

También recuerdo el haber ido con la familia a comer al bar “La Juanita” que se encontraba muy cerca de nuestra casa, en la misma calle del Marqués de Torrelaguna esquina con el camino de la Cuerda y donde degustábamos unas maravillosas paellas.

Cuando mis tías salieron de aquella casa ni yo ni mi familia volvimos a pasar por allí.




Las tias Telo, Pepa y Teresa en Reynosa.

Despues pasó el tiempo y las tias que habían vuelto a Reynosa fueron falleciendo. Olvidé aquella casa durante muchísimo tiempo y no fue hasta los años 70 cuando trabajaba en las cercanías cuando me decidí a acercarme hasta allí para ver si aún seguía en pie. Efectivamente el edificio estaba allí, y no pude resistir llamar al timbre para intentar ver la finca. Al contrario de lo que el lector podría pensar atendieron a mi llamada y es más, me invitaron incluso  a pasar y visitar la vivienda. Todo parecía estar en su lugar, el tiempo se había detenido en aquel chalet de mi infancia. La casa se había reformado, al parecer el propio Cuqui había encargado una reforma completa de aquella casa antes de que se la embargaran.


Lo más llamativo y horrendo de aquella reforma era el baño de la planta principal que había sido alicatado por completo en mármol negro, y en el que su propietario se había gastado una desacertada fortuna. Desde luego aquel día volvieron a reavivarse mis recuerdos. Pensé mucho tiempo en ello pero los avatares de la vida fueron dejándolo en un tercer plano hasta prácticamente olvidarlo.
Los años siguieron trascurriendo y tuve noticias de que la finca se había vendido y la casa derribado, en su lugar un edificio de viviendas borraba por completo mis recuerdos de niñez.
El último contacto con estos recuerdos y además uno de los más intensos llegó no hace muchos años cuando sufrí una aneurisma cerebral de que muy pocos pensaron que me recuperaría. Durante mi estancia en la UCI de aquel hospital y durante más de un mes no dejaba de pensar en mi niñez y en aquella casa que desde luego hizo meya en mi infancia y que jamás podré olvidar aunque ya solo sea un recuerdo.

Hace algunos meses vi el artículo de Jarabo en internet y nuevamente florecieron con más fuerza mis recuerdos que conté al autor de este blog para que todos pudierais disfrutar de ellos.

Mi mas sincero agradecimiento a José Alberto Lorenzo por sus memorias y recuerdos y a Juanjo y Yolanda por su aportación gráfica.



7 comentarios:

  1. Enhorabuena, David, por el artículo y muchas gracias a José Alberto Lorenzo por sus recuerdos ¡que interesante¡ A ver si participa más gente que aporte sus recuerdos, fotografias...de la Ciudad Lineal.De la foto del Auxilio Social Brunete me ha sorprendido el desnivel que había desde la calle principal.

    Saludos. Miguel Díaz

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    1. Hola Miguel, buenas noches.

      Muchas gracias por seguir acompañándonos después de tanto tiempo. No dudes que yo también estoy deseoso de encontrar a más gente que hubiese vivido en la Ciudad Lineal, pero la cosa cada día se complica un poco más.
      Desde luego el testimonio de Alberto a sido magnífico, recuerda aquel lugar como si hubiera estado la semana pasada, verdaderamente se le quedó muy grabada su experiencia allí.

      Sobre el tema del desnivel comentarte que era muy frecuente, cuando se hizo la calle principal se horadó y se trasladaron toneladas de tierra de un lugar a otro, dejando la vía prácticamente plana salvando algunos pequeños desniveles fácilmente superables con el tranvía. Pero sin embargo las calles posteriores como Asura, Mesena, General Aranaz, etc si te fijas suben y bajan constantemente conservando la orografía originaria del terreno. No dio el dinero para más!!!!

      Un saludo y espero seguir recibiendo tus comentarios.

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    2. Hola David Miguel: Evocador artículo que despues de leer y releer, me ha venido a la
      memoria antiguos recuerdos de mi estancia en el Hogar Batalla de Brunete.
      Casualmente cuando el protagonista de esta historia Jose Alberto Lorenzo en el año 1950, volvia con su familia a Reynosa, yo ingresaba en Brunete procedente del Hogar Alto de los Leones.
      David, en tu fantástico libro "Un paseo por la Ciudad Lineal", el cual siempre tengo a mano, en la página 219 en el plano de la manzana 86, se destaca con el nº 1 el que fuera Colegio de Mª Teresa, y en la esquina con la calle Arturo Soria una parcela de 6 lotes. Al terminar la Guerra Civil en el año 1939, el Régimen de Franco se incautó de ambas propiedades y creó el Hogar Batalla de Brunete de Auxilio Social. Enseguida empezaron las obras para acondicionar el edificio y su entorno con el fin de acoger a 120 niños en regimen de internado.
      Como digo, cuando llegué en el año 1950, la parcela de 6 lotes, ya formaba parte del patio de juegos del Hogar, por supuesto cercado y vallado, tenia bancos árboles de sombra y el suelo todo hormigonado .Recuerdo que como los árboles eran moreras, nos poniamos morados en epoca de cosecha.
      La foto de las clases me encanta, tambien fueron construidas entre los años 1944-50. Es curioso que cuando se inauguraron estas aulas no fué para recibir clase, sino que se convirtieron en improvisadas habitaciones para dormir. Ahí estuvimos hasta que se terminaron las obras del edificio principal, consistentes en la remodelacíon de la planta superior del edificio y la impermeabilización del tejado. Coincidiendo con la clases tambien empezamos a usar túneles, que sin salir al exterior podias ir del comedor a las clase o a la capilla. En la foto se observan no unas clarabollas , mas bien eran losetas de cristal que permitian el paso de la luz solar al tunel. La que está entre la piscina y el jardin rectangular(rosaleda), era el cruce de bifurcación a cuatro sitios distintos del Hogar.
      Cualquiera de esos puntitos negros que se ven jugando, pudiera ser yo, pero fuera de la época estival para el uso de la piscina, esa zona no podia ser considerada como patio de recreo; piscina sin protección y seria un engorro tener que estar sacando cualquie juguete que cayera al agua: pelotas, peonzas, etc. El patio de recreo diario era el de las moreras, y a traves de las rejas podiamos ver todo lo que pasaba por la calle Arturo Soria.

      (Como cuando ya tenia casi terminado el comentario, por tocar una techa erronea, se me borró todo, voy a trocear el mismo).

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    3. Maravilloso recuerdo, espero la segunda parte para que todos podamos disfrutar de ella. Si lo deseas puedes contactar conmigo en laciudadlineal@yahoo.es y podré enviarte algo más de información del Hogar.

      Muchas gracias y no dudes en proseguir con la historia.

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    4. Continuando con mis recuerdos, creo que el chalet "La Rosaleda" quedaba emparedado entre el patio de juegos del Hogar y la piscina "El Lido" ó "Lido" no me acuerdo muy bien, se que posteriormente cambiaron el nombre. La parte de atras lindaba con las clases del hogar y los 20 metros de fachada a la calle Arturo Soria. Tenia mucha arboleda y no teniamos contactos. En cuanto a las personas que vivian en él, solo recuerdo haber visto a una señora con una jarra alta de porcelana blanca. Era como una de esas jarras que junto a las jofainas se usaban antiguamente para lavarse la cara o las manos, y estaba regando algunas plantas.
      Ricardo Alberto, evoca recuerdos del bar "La Juanita", En el vertice del Camino de la Cuerda y la calle Marques de Torrelaguna, estaba ese bar. Pegado a él y haciendo negocio la misma familia habia una tienda de ultramarinos. Recuerdo que el bar ponia a tope la radio cuando se retransmitia un partido de futbol. Poco mas abajo, esta calle con chalets aislados y dispersos, se iba difuminando convirtiendose en un camino con algunos tramos pedregosos que conducia una vez atravesados los calurosos campos a una especie de oasis llamado "El Sotillo". Era este un pinar de esbeltos pinos. Lo curioso que el suelo era de arena fina de rio. Habia en una pequeña ladera una cueva de la que manaba un manantial el cual regaba una huerta y el sobrante del agua se almacenaba en una especie de alberca natural. Hasta aqúi soliamos pasear los meses de verano y pasar las tardes.

      Francisco F. Agudo

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  2. Al hilo de vuestros comentarios, yo q. soy una superviviente de la Ciuli, nacida en la parada cuatro allá por los cuarenta, también recuerdo perfectamente el bar "La Juanita" y la tienda. Luis Serrano y su mujer vivían un poquito antes de la tienda, en un chalet q. estaba en alto (por los desmontes) y q. curiosamente terminaba ( el jardin) en un angulo cerradisimo, a saber por qué. Este matrimonio era amigo de mis padres, él era pintor y trabajaba en la CEA igual q. mi padre, de ahí la amistad.Yo iba al colegio S.E.K. que estaba muy cerquita de estos amigos y en algún momento también hemos ido a la piscina Lido, pues me parece recordar, que anteriormente fué una especie de restaurante o bar con jardin, donde los padres de los chicos de la Ciuli, se reunían los sabados a charlar etc...Otro matrimonio amigo de casa era a su vez amigo de la madre de Jarabo. El marido trabajaba con mi padre en La CEA, y cuando el tal Cuqui regresó de Puerto Rico, venía a menudo a los estudios (con la excusa de ver a este hombre), a cotillear. Mi padre siempre decía q. era un chulo de P...Cuando les visitaba iba acompañado de las clasicas rubias despampanantes, presumiendo de su dinero y según mi padre, en alguna ocasión les enseñó una pistola q. llevaba encima. Creo q. gracias a esto, se consiguió q, le prohibieran entrar al estudio para siempre. Solo volvimos a saber de él, cuando lo del asesinato y mi padre dijo una única frase al respecto " Se veia venir"

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    1. Hola Maria Luisa, buenas noches. Encantado de volver a tener nuevamente un sabio comentario tuyo. Como te envidio!! Cuanto has vivido y lo mejor, que maravillosa memoria tienes, porque recuerdas, datos, fechas, nombres, puntuales como si los hubieras vivido hace dos días.
      Me encanta el final con lo de la frase lapidaria, "Se veía venir" creo que eso lo pesaron más de uno que vieron como aquel chaval iba tomando el camino equivocado. Por otra parte que sabio tu padre que supo esquivarle y tener el menor contacto con él.

      Muchas gracias, y espero recibir un nuevo comentario tuyo.

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